jueves, 20 de febrero de 2014

O mar



Como no ser el mar, si mi paisaje es de fuego,
como no ser hereje si giro en torno de mi, 
de mi blasfemia, 
de mi cordura
de mi blandida espada que rasga el fondo de ese mar que me navega 
y pájaros pasan pidiendo perdón 
mientras corajes aglutinan en tormentas 
que ceden al más humano corazón que se le planta 
y lo envenena con tanta vida 
tanta conjura 
tanta bandera a media asta 
que ayer no alcanza para cubrir el todo 
o  el corazón que le hace mella 
en el costado donde le duele 
donde le place 
donde le clava  
donde le brota y chorrea mares de amores malencontrados. 

Como no ser el fuego si mi paisaje es de mar, 
como no ser creyente si giro en torno de otro , 
otro color 
otro horizonte donde no hay arma que me defienda 
y es el desierto todo de arena 
todo cuidado, 
todo futuro 
donde me ajeno y no me completo 
y miro el tiempo 
y no dice nada, 
nada de luz 
nada de hoy, 
ni de mañana 
que ya es de noche 
y tengo sueño 
y tengo sed 
y un agujero a mi costado 
casi tan grande como la  ausencia 
como el mismísimo mar que me nombra 
y no me  contiene.

Fuego y mar, 
inasible
perpetuidad 
en 
la 
que 
oscila 
el 
silencio.

30-12-2012

3 comentarios:

silvia zappia dijo...

te saldudo, poeta*

PIZARR dijo...

Querido Gregorio, ya ves... de pronto algo me llevo a Pato y esta me trajo a tí.

Me digo mil veces que tengo que volver a recorrer estos espacios que tanto me dieron, pero sin embargo la vida me devora cada día y sigo en permanente sequia bloguera.

Te debo una respuesta a tus correos hace tiempo, pero mientras llega, te dejo estas letras y te digo que me han impresionado esas lineas llenas de sentimiento y de desnudo interior... que distintas a aquellas de los inicios... cuantísimo dicen de ti y de tus adentros...

Un abrazo desde este otro mundo... de sueños... al otro lado del mar...

Inuit dijo...

¿Feliz día, sea primavera, invierno...!
Gracias por tus palabras y tu visita.
Sabes? cuando llega esta época en mis latitudes, pienso en el pingüino emperador y en vuestro invierno. Este año, pienso menos que otros años y podría ser que la añoranza de algo conocido, de lo que no soy consciente, se va sanando.
Abracísimo Gregorio.