sábado, 24 de diciembre de 2011

Té de canela


Hace tiempo que las cosas se empeñan en sonreírme, es decir, cosas en las que no se pueden encontrar sonrisas, o no se debería. Años atrás, otra sonrisa inesperada me hizo elaborar una cierta teoría sobre mensajes y oráculos, pero aquella otra ubicada en el lugar opuesto de esta.

Tomo té de canela regularmente, porque me gusta, y además porque es bueno contra la acidez, a pesar de que   algunos pierdan el tiempo tratando de decirme que mejor  que me tome una cucharada de leche de magnesia,  yo insisto con mi té. Normalmente las cascaritas de la canela se quedan en el jarro en que fueron hervidas, pero esta vez cayeron un par de palitos, o pedacitos de las cáscaras en la taza, y, al llegar al final me encontré con esta sonrisa en el fondo.

Quien puede resistirse ante tamaña demostración de optimismo?

Parece que las cosas me sonríen a pesar de las circunstancias, y a veces pienso, si alguien no se estará burlando de mi, en alguno de esos lugares donde uno no consigue entender, o llegar. Pero las sonrisas siempre alegran, salgan por donde salgan.

Y he aquí foto y palabras para dejar testimonio de ello.


Suave aroma de  cáscaras rotas
 en el hervor
que inunda y perfuma
y calma lo que arde, quema, mata
virgem tropical
donde la paz se instala
en lo tibio, lo perpetuo
lo sabor
cuando, 
incluso yo
me abro al trago dulce de tus ojos.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Pinoia




Hoy todo se cae.
Los anteojos,
la zapatilla de los mil enchufes,
el duraznero,
la pila de libros,
el ultimo tornillo,
la tierra,
la posibilidad,
la marcha,
el andamiento,
el paso,
el taller,
las sillas,
mi corazón.
Ya no me restauro,
no resurjo en mis cenizas,
la violencia me abruma,
la ley pateada y pisoteada tantas veces vuelve a ser aplastada,
(y se que esto es una imagen panfletaria).
Hoy,
tal vez,
ya no sea yo.
Hoy me siento solo,
como un álamo,
como una puerta,
como un tronco flotando en el medio del mar,
(y se también que esto es una imagen cursi).
Hoy las olas me han ahogado,
no respiro,
mis brazos ya no pueden moverse.
Estoy a dos metros y medio de profundidad
con los brazos abiertos en una semi-flotación.
El tiempo se borra,
los anteojos se empañan,
mis manos están secas,
no hay alivio en la canción,
Hoy,
tal vez,
haya nacido.